La Cuadra de Salvador: un puente sensorial entre Lima y Madrid
- Veronica de Zavala
- 7 ago
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 18 ago
Hay espacios que no solo se visitan, se experimentan con todos los sentidos. La Cuadra de Salvador, en su nueva sede en Madrid, es uno de ellos. Más que un restaurante, es un viaje emocional que nace del corazón peruano y se proyecta con fuerza en Europa, fundiendo cocina, diseño, historia y arte en una experiencia integral.
Instalado en el antiguo Café Galdós, en el corazón de Madrid, el proyecto ocupa cerca de 1.000 m² y ha sido intervenido con creatividad y respeto por el arquitecto Andrés Stein, quien conservó la estructura patrimonial del edificio para reinterpretarla desde una mirada contemporánea. El resultado es una escenografía envolvente, con un lenguaje visual singular y una atmósfera íntima, elegante y táctil.

El espacio se compone de dos locales independientes —restaurante y bar— conectados sutilmente por un recorrido interno y un sótano que los entrelaza como capítulos de una misma historia. Ladrillos expuestos, gestos art déco y esculturas metálicas retroiluminadas por cuarzos nativos peruanos definen una narrativa mineral que atraviesa todo el proyecto. Las luminarias, creadas por la firma peruana Amaminerali, celebran la riqueza geológica del Perú y dan forma a una instalación viva que fusiona arte, diseño contemporáneo y memoria natural.
“Queríamos traer con nosotros el alma de La Cuadra de Salvador: una cocina nacida del afecto familiar, con énfasis en la excelencia cárnica, el trato cálido y la narrativa emocional que nos define desde hace más de una década en Lima. En Madrid preservamos esa esencia, pero también nos permitimos repensarla… No es solo un restaurante nacido en Lima instalado en Madrid; es un puente cultural y sensorial entre dos ciudades”, comenta el equipo del restaurante.

La Cuadra de Salvador no replica, recrea. Los sabores —anticuchos, ajíes, lomo saltado— no se congelan en la nostalgia, sino que se abren a nuevas texturas, técnicas y maridajes. Aquí, lo peruano se expresa en clave contemporánea y en sintonía con el entorno madrileño.
“Queremos que quien entre a La Cuadra de Salvador se sienta parte de una historia. Más que solo comer bien, buscamos provocar una conexión profunda”, complementa el equipo de La Cuadra de Salvador.

Cada textura, cada reflejo, cada sombra fue pensada para activar los sentidos y convertir la visita en un recuerdo vívido. En los niveles inferiores, una sala privada con barra, comedor y servicios propios culmina el recorrido. El techo espejado y la iluminación cálida generan juegos de luz que transforman el ambiente con el paso de las horas. Las paredes exhiben obras de artistas como Miguel Ángel Campano, figura clave del arte contemporáneo español.
“La identidad, cuando es sincera y bien ejecutada, no necesita traducción: se siente”, finalizan desde La Cuadra de Salvador.

Y eso es justamente lo que ocurre en este espacio. No hay artificio, hay emoción. No hay copia, hay reinvención. No hay restaurante, hay experiencia.
En Moné, creemos en los lugares que narran, que conmueven, que elevan. La Cuadra de Salvador no es solo un destino gastronómico: es una puesta en escena donde cada elemento —luz, piedra, arte y silencio— ha sido pensado para emocionar.
Colabradora. Roxana Arrué
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